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miércoles, 20 de septiembre de 2017

Living in a school: Parapanda folk 2017

Después de que hemos sobrevivido dos intercambios juveniles y la formación intermedia nos esperaba el festifal de música tradicional y folk "Parapanda folk", que iba a celebrarse en Íllora.

Después de Mollina pasamos una tarde y una noche en Granada para descansar un poco. Sinceramente yo no podía esperar regresar a Íllora, porque después de la formación y después de dos semanas viviendo en la escuela, empecé a sentirme muy libre allí. Lo que me gustaba en los tiempos que pasamos en la escuela era que siempre había mucha gente y siempre tenía la oportunidad de hablar con diferentes personas de diferentes países en diferentes idiomas. Podía elegir entre español, inglés, aún búlgaro durante el segundo intercambio juvenil. Además era un edificio enorme, dónde se podían hacer muchas cosas que a mí me encantan como por ejemplo tomar sol y pasar la mayoría del tiempo fuera, bailar (porque casi cada noche había velada internacional durante la que es obligatorio bailar), jugar un poco al baloncesto, escuchar música, leer... Si quería espacio solo para mí lo encontraba en algún despacho o habitación vacía o fuera en el patio. Ya me he acostumbrado de la rutina allí. Hasta el olor de los olivos, que al primer día creí que procedía de basura, ya me gustaba cuando venía cada tarde. Y no puedo no mencionar la cocina enorme llena de comida y cada tarde podía elegir lo que quería comer. Durante el primer intercambio por desgracia me aficioné a unas galletas con chocolate… Aún durante el segundo intercambio tenía que definir como una de mis metas personales dejar de comerlas y comer más frutas. Claro, no pude cumplirla durante el intercambio, pero lo pude durante la formación en Mollina, porque no había tal galletas. Y cuando regresé a Íllora esa vez estaba mucho más motivada de dejarlas. Y lo conseguí, pero los últimos cinco días comía cada tarde como merienda 4 o 5 magdalenas. 😀

Ahora escribiendo eso me estoy riendo, pero al mismo tiempo estoy muy agradecida a mis padres, que nunca compraban nada dulce y en casa nunca teníamos. Y me educaron no comer dulce, porque siempre cuando quería un postre por ejemplo, nunca teníamos y dentro de poco el momento pasaba y ya no lo quería. Lo único que se puede encontrar es la miel búlgara artesana de la que estamos muy orgullosos (en Bulgaria en general) y esa es la razón de que estoy súper caprichosa si se trata de miel en el extranjero, porque en para mí, cada una contiene conservantes…  
Para resumir por qué no esperaba regresar a Íllora: sol, gente de diferentes países, muchísimas actividades divertidas e interesantes y la cocina. 

Al llegar nos esperaba un nuevo grupo de voluntarios y voluntarias que vinieron para ayudar al festival- norte de España, México, Italia, Francia, Serbia, Taiwán y Rusia. Con Luca entramos en la escuela a la mitad de las dinámicas que hacían para aprender los nombres. Dejamos rápitamente nuestro equipaje y nos incorporamos. Recuerdo que en este momento me sentí llena de energía, porque era un grupo nuevo, hacían las dinámicas que ya conocía y ya me había acostumbrado de conocer gente nueva cada semana y aprender nombres enseguida. Era muy divertido, porque ya habían hecho una ronda y han aprendido sus nombres y claro, no los repitieron solo para nosotras. Entonces con Luca jugamos sabiendo exactamente dos nombres del todo el grupo que era muy gracioso. Al final del juego casi me los aprendí.


¿Con qué teníamos que ayudar al festival? Como Daniel decía con todo, solo sin cantar. Los conciertos del festival se celebraban en dos lugares diferentes – el anfiteatro “Enrique Morente” (que a mí me gustaba más) y el patio del IES Diego de Siloé. 

La primera noche era muy agradable, porque estábamos en el anfiteatro. Nuestro deber allí era entregar la programación del festival y hacer de alguna manera que la gente quiera RESERVAR su camiseta con el logo del festival. Eso era un poco raro y divertido, porque no teníamos todavía las camisetas del festival que teníamos que vender. Por eso la parte creativa del equipo dibujó un póster dónde pusimos que se podían reservar las camisetas y cuando las tuviéramos, la gente se las podía llevar. No teníamos mucho qué hacer y pudimos escuchar y ver los bailes. Era la banda municipal de música de Íllora. A mí me lo pasé muy bien esta noche, no solo por la música, sino porque me puse a hablar con las chicas de Serbia y al final del festival nos hicimos muy amigas. Una de ellas había estado varias veces en Bulgaria y estaba aprendiendo búlgaro y lo hablaba un poco. Me preguntaba algunas cosas sobre la gramática que para mí en realidad eran muy difíciles para explicar. Primero porque había olvidado las reglas y para algunas cosas – nunca he tenido idea por qué son así. Yo quería ver si puedo entender serbio, pero no mucho. Me explicaron que tienen diferentes sonidos para “ch” que al principio me sonaban completamente igual, pero al final del festival aprendí distinguirlos y pronunciarlos.

Banda municipal de música de Íllora

Los días siguientes pasamos montando todo el instituto, que no era una de mis actividades favoritas, porque el instituto ya no funcionaba y teníamos que limpiar y organizar muchísimas cosas…  Pero me gustaba que estabamos trabajanto fuera en el calor y bajo el sol. En el patio teníamos que poner una tela grande y negra cuyo nombre olvidé que no era nada fácil. Aprendí la palabra alambre, porque la necesitamos. Estos días eran tranquilos en general, porque teníamos trabajo solo por la mañana. Después nos quedaba la tarde, que era mi momento favorito, porque podía hacer yoga (que quería hacer cada día o tres veces de la semana, pero durante los intercambios era imposible) o un poco de deporte y después tomaba sol, cuando era muy fuerte, pero a mí me encantaba. Aprovechaba para descansar un poco y escuchaba música.
Esa foto representa muy bien cómo me sentía en Íllora- libre y feliz.
Montanto la carpa...
Por las noches teníamos veladas interculturales, que eran mi actividad favorita (después de tomar sol, por supuesto), porque siempre eran muy divertidos. Aprendí cómo se pronuncian palabras en italiano como “spaghetti”, “mozzarella”, etc. y algunos gestos que se pueden usar si quieres decir a alguien “más rápido”, “vamos a comer”, si alguien te desee algo malo le puedes mostrar con un gesto diciendo “la mala cosa que suceda a ti” y cosas así 😀. Aprendí que la catedral San Sava de Belgrado es la más grande de los Balcanes. Era divertido porque justo el día anterior yo explicaba que la catedral Aleksander Nevski de Sofia es la más grande de la península. Y la respuesta de este caso la dio Daniel que nos explicó que antes la de Sofia era la más grande, pero ya que la construcción de San Sava ha terminado, ahora ésta es la más grande. Acerca de su alfabeto, yo sabía que tienen el cirílico y el latino, pero no sabía que tienen algunas letras diferentes. Probé unas de las mejores crepes que he probado en mi vida, típicas de Rusia y dulces con canela que me gustaron mucho de México. Recibí una carta muy bonita de Taiwán y probé otros dulces interesantes que me encantaron. Sobre Francia aprendí que la mayoría de la población es muy mesclada y casi cada persona tiene familiares cuyos orígenes son de diferente parte del mundo y que a veces es muy difícil explicar qué es lo más típico de Francia, porque la cultura es muy mesclada con otras culturas. Y como país muy grande y una destinación turística, ya que se conoce mucho por todo el mundo, existen muchísimos prejuicios tanto hacia los franceses como, de los franceses hacia los extranjeros.

Presentación de Serbia.
Sevillanas
Presentación de Francia - prejuicios
México
Cuando empezó el festival teníamos mucho trabajo y todo era bastante dinámico. Teníamos que organizar muy bien el comedor de la escuela, porque venían organizadores o invitados de festival para comer. Todos estábamos agradecidos que teníamos dos geniales cocineras que hicieron todo perfectamente y además nos divertimos mucho con ellas. 

Luca organizó su taller de danzas tradicionales húngaras, donde bailamos mucho. Aunque no pude bailar todo el tiempo, porque hacía fotos y videos disfruté mucho. Mi baile favorito y es el de los gitanos. Aprendimos diferentes maneras de producir sonidos con nuestro cuerpo aplaudiendo de diferente manera con nuestras manos. Nos mostró diferentes tipos de trajes tradicionales y tipos de trenzas. 





Por la noche fuimos al anfiteatro dónde montamos nuestro stand y ya teníamos las camisetas que podíamos vender. Algunos de los voluntarios tenían como deber de jugar con los niños, mientras que otros (yo también) estábamos en el stand. No había mucha gente y no teníamos mucho qué hacer y aprovechamos de escuchar y ver la banda. Al final tocó y cantó Lorena Álvarez, que me encantó muchísimo y el otro día busqué otras canciones suyas en YouTube.

Los dos días siguientes los conciertos se celebraban en el patio del dicho previamente instituto. La primera noche estaba en nuestro stand vendiendo camisetas. Por desgracia no hubo mucha gente y lo que me daba la pena mucho era que tampoco había música. Toda la noche alguien en el escenario estaba hablando y recitando poemas. Supongo que eran buenos, pero en mi opinión el lugar de los poemas no tenía que ser por la noche, o por lo menos no toda la noche, porque la gente se aburría.
La noche siguiente en el instituto era más divertida y tocaron y cantaron Las piojas, que ya conocíamos porque parte de ellos dormía en nuestro colegio. Me gustó su música y esta noche ha sido más divertida. Al final del concierto nos pusimos todos a recoger y desmontar todo el instituto y destruir todo lo que habíamos montado antes. Era increíble porque lo hicimos bastante rápido y a las 4 de la madrugada ya volvimos a nuestro colegio para dormir. Pero lo que sucedió no era dormir, sino todos entramos en la cocina y cada uno se echó a comer lo que encontraba. Estábamos muy cansados, porque hemos trabajado mucho y teníamos muchísima hambre. Ese momento era muy divertido. 

 La última noche del festival fuimos otra vez al mi anfiteatro favorito. Y todos estábamos esperando que cante José Enrique Morente, el hijo del cantante grande de flamenco Enrique Morente. Eso no lo puedo describir, solo puedo ser agradecida que tuve la oportunidad de escucharle en vivo.

Los dos días siguientes nos quedaba desmontar todo el instituto donde hemos vivido a lo largo del este mes. Realmente eran dos días bastante duros, porque nadie tuve energía ya. Durante el festival me dormía a las 3-4 de la madrugada y me levantaba a las 8:30. Si al principio de este mes movíamos somieres, camas, colchones con energía, ahora todos hacíamos todo muy lentamente y queríamos dormir. 





Enrique Morente- hijo
Todo el grupo.

El último día:


 
 








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